viernes, 6 de abril de 2007

ANTONIO PRADO LEDESMA

ANTONIO PRADO LEDESMA

El poeta del verbo Luminoso

Nelly Pérez Giráldez

Tuve como vecino de puerta a un hombre que por su modestia no quería irrumpir, aún teniendo derecho a ello, por los caminos de la notoriedad. Sus poemas tienen tal humanidad que son una brisa de aire puro en medio del ambiente de angustia y deseperanza que asfixia nuestro vivir de hoy, con conflictos y guerras sin sentido. Sus versos llegan a lo más hondo del alma, emocionan y conforman. Amante de los niños pasaba horas hablando con un pequeño retoño, Breo de Gómez quizás ahí le venga, a este alevín de escritor, la afición por la poesía y la narración.

Nació y creció, nuestro personaje desgraciadamente desaparecido, el poeta en Moral de Calatrava (Ciudad Real), en la Mancha arborea de los historiadores, o en la Manxa - tierra seca - de los lingüistas, según se prefiera. Quizás, simplemente, junto al tabaibá por el que aún revolotea la nocturna tatagua premonitoria para posarse un instante sobre sus ásperos frutos amarillos. Y falleció en Vivero, Concello que acertadamente convoca anualmente un premio de poesía con su nombre. Compartía su domicilio de Vivero con el de Vigo en la calle Villagarcia de Arosa.

Nuestro amigo, el poeta del verbo luminoso, es seguro un lucero que brilla en el cielo. Tal era su empeño de permanecer alejado de la notoriedad que esclarecidos hombres de letras, de solvente juicio, coinciden en proclamar que su nombre, como poeta excepcional, tiene que formar parte, para brillar con luz propia, de la constelación de los escritores ilustres. Y a esto no se puede renunciar amigo mio.

Charlabamos un rato de todo: del tiempo, de política, de pequeñas cosas de la vida. Su pensamiento queda suficientemente expresado en sus poemas, pero hay uno definitivamente expresivo, el que lleva por título "Madurez":

Sólo un chozo de ramas,

y un abeto.

Y en el abeto, un nido.

Y en el nido, un lucero

Es decir: la soledad, el silencio. El silencio supone llegar a los rincones más hondos de las cosas, a lo que cada cosa tiene de eternidad. El decía que el silencio es como el océano, puro sinfín, total inmaterialidad. Se puede navegar por él - alma, nube y ola - , como los barcos que veía desde Morás, ágiles y delgados en la distancia. Y navegar es irse, pasar sobre lo efímero y caedizo, sentir el cálido beso de lo que no muere nunca, saberse en el viento como la nube o la rosa, las dos cosas más perfectas y gráciles que existen. Aunque las dos puedan morir ¿morir? No sé. Un hombre de bien a muerto, su recuerdo vive en mi y en sus versos, un gran poeta perdurará para la eternidad. Desde esta página te mando un beso al cielo.

VERSO ÚNICO (inédito)

Yo daría mi vida, toda entera

por el verso increado, el verso ungido

que cantara la flor, la nube, el nido,

la divina y eterna primavera.

Yo daría mi vida, lo que fuera

por ese verso fiel, por el latido

de un pájaro en mi frente, el desvivido

temblor de un ala fiel en mi cadera.

Daría todo, más, mis blancos lotos,

mis castillos de azúcar, los remotos

lunarios de mi pálido universo.

Daría mis alondras luminosas,

mi altiva soledad, mi azul, mis rosas.

Hasta el alma, Señor, por ese verso.

La mujer y el deporte

El deporte, desde un punto de vista social tiene un patrón masculino. Estos patrones o esterotipos de comportamiento condicionan la imagen de la mujer

Nelly Pérez ha dicho que: “Si tenemos en cuenta el género, en los últimos años se han recortado las diferencias entre las personas que practican el deporte. A pesar de esta circunstancia, aún hoy el deporte, desde un punto de vista social tiene un patrón masculino. Estos patrones o esterotipos de comportamiento condicionan la imagen de la mujer en el deporte y la imagen de la propia practicante.

Tal vez el condicionamiento más importante sea el de arrastrar unos modelos de comportamiento que imperan en la filogénesis de la estructura social, hasta el punto de que se dieron casos como el de Abby Hofman, que tuvo que disfrazarse de hombre para poder participar en un torneo de Jockey. Desde el nacimiento del “sport”, estos modelos se rompen en multitud de ocasiones por mujeres, como es el caso de Charlotte Cooper , que fue la primera en obtener una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos. Mujeres como ellas fueron pioneras en sus respectivas modalidades deportivas. La sociedad de su tiempo las identifico como modelos masculinos, considerando, además, que existían deportes vedados a las mujeres o no aptos para ellas.

La mujer comenzó a competir en la modalidad de tenis en los Juegos Olímpicos de Paris en 1990. En los Juegos de San Luis se inicio en tiro con arco y así sucesivamente. Es de referenciar que en los Juegos Olímpicos de Sydney, las mujeres compitieron prácticamente en todas las modalidades deportivas, pero no llegaron a suponer el 40% de los deportistas inscritos.

Si analizamos el número de cargos directivos ocupados por mujeres en la estructura deportiva y sobre todo Olímpica podemos decir que su presencia es mínima.

Para justificar la segregación de género en la composición se emplea, entre otros, argumentos feministas del tipo: si esta no existiese, la mujer nunca destacaría en ningún deporte. Ese silogismo es falso, dado que no es común en todos los deportes. Sirva como ejemplo el caso de la china Zhang Shan que durante los Juegos Olímpicos de Barcelona, en una competición mixta de tiro, ganó la medalla de oro y batió la marca olímpica existente. A pesar de este precedente, en el año 2000, en Sydney se estableció la segregación en la competición, separando por géneros a los deportistas.

En definitiva, vemos como la discriminación contra la mujer en el deporte es un asunto complejo y difícil de abordar pese a los esfuerzos por al igualdad. Pero el deporte femenino ha de desenvolverse igual que el masculino y la mujer debe tener iguales oportunidades en el deporte, en la política o en el mundo científico. El deporte establece beneficios básicos que consisten: en la mejora de la salud, la afición por el ejercicio y la ocupación del tiempo de ocio. Estos beneficios deben potenciarse en todos los seres humanos independientemente de su género. Además, la práctica del deporte es decisiva en la mujer, dado que favorece la fijación de valores como la tenacidad y la competencia, que tan importante son a la hora de tomar posiciones de liderazgo social”.